Apologética no tradicional del chileno Jaime Fariña Morales, desde la infalible Sagrada Escritura, utilizando poesía, imágenes, relatos y argumentos. Se comentan versículos, temas del reino, conceptos y contingencias..
sábado, 5 de enero de 2019
EL CRISTO IMPECABLE
Sugerir que Cristo pudo pecar es un absurdo. La impecabilidad del Redentor es absoluta. Proponer que Cristo pudo pecar es proponer que Dios pudo pecar. Y eso es insostenible y herético. La virgen María fue concebida por obra y gracia del Espíritu Santo para que el pecado adánico no participara de la Encarnación. Ese niño que nació en un pesebre era Dios, un Dios santo, perfecto e impecable, hecho carne. La deidad y la humanidad de Jesús conformaron una Persona indivisible e impecable. Si Cristo es pecable, Dios es pecable. Nada más absurdo. El Nazareno no podía pecar, jamás pecó. La santidad del Salvador era totalizante, perfecta e invariable, y no había ni siquiera un espacio para eventuales o supuestas impurezas. Señalar que efectivamente Cristo no pecó es cierto, pero incompleto, insuficiente. La Encarnación no modificó el carácter de Dios. Jesús era la imagen visible del Dios invisible. Los redimidos del Señor comprenden y viven la Encarnación, la gloria de Cristo Jesús, los demás se marean. El Cordero de Dios no pecó ni se contaminó, no podía pecar ni se podía contaminar (1 Pedro 1:19). El sacrificio en la cruz fue perfecto. Tenemos salvación.
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