sábado, 16 de mayo de 2015

ESCOLÁSTICA BARATA


LA NADA

La nada, que es la ausencia de todo, es el punto de partida, es un puente entre lo infinito y la finitud, es un estado instituido desde la eternidad, una cosa nacida. En cierta manera esta cosa nacida es un ser, que no posee atribuciones, propiedades, talentos o variaciones. La nada es estática, inerme, nada posee y enloquece al científico. Antes de la creación el no ser era una realidad. La nada, creada, es preexistente al ser. Desde y en este estado puente Dios creó la materia, la energía, un cosmos equilibrado y afinado que funciona como reloj, y que es el vecindario del hombre. Toda esencia fue diseñada previamente. Sin una intervención sobrenatural la nada continuaría igual por siempre. La mente humana no es capaz de discernir o comprender lo que es la eternidad, la nada, sólo acepta que están ahí, lo deduce. Ahora la breve finitud es un apéndice de la eternidad. Sabemos que la materia o el cuerpo humano no cruzan el sendero hacia la eternidad, a esa dimensión distinta y superior. El primer minuto del universo es sólo el primer minuto de esta dimensión. Si existe lo temporal existe lo eterno. La nada por sí misma nada puede generar, aunque esté en su día de suerte. El primer chispazo o estallido en la creación del universo no fue un acto de magia o azaroso, fue un acto deliberado, con un propósito. El tiempo y el espacio sólo existen en esta dimensión, que es un escenario transitorio. No es el universo el que existió siempre, es Dios quien ha existido siempre. El universo y el reloj poseen sus creadores. Como sea, el universo surgió de la nada, y si de la nada no proviene nada, entonces existe un Creador, porque nada surge de la nada, y el creacionismo ha ganado la batalla. El universo tiene los días contados. La ciencia señala que el universo tuvo un comienzo, la Escritura y el sentido común también. Sólo el Creador puede crear y hoy existe lo que no existía. El regalo del ser es divino.

Hebreos 11:3; Génesis 1:1; Job 38:4; Nehemías 9:6; Juan 1:3

LA VERDAD

La verdad que es una es divina, eterna, vida, inmutable, benigna, objetiva, sublime, revelada, demoledora, misericordiosa, luz, perfecta, poderosa, certera, coherente, admirable, envolvente, inmortal, compacta, invencible, santa, impenetrable y trascendente. Es capaz de pulverizar el cautiverio, la ansiedad y todo agobio, generando una paz perdurable en el ser, en el alma humana. La verdad te despierta, te hace libre. Sin ningún tipo de mancha o error la verdad es un retoño lógico del Absoluto, es el Absoluto mismo. La verdad es de tal magnitud que sólo una experiencia mística genuina la atrapará. La finitud no la capturará, y con la razón no basta. Utilizando la fe, la razón, la intuición, el empirismo y doblegando mi voluntad, estoy en condiciones de adherirme a la sublime verdad, de combatir mis miserias humanas. Otro camino es imposible. Una verdad que no sea divina no puede ser la verdad, a lo más es una aproximación lejana infértil. Es factible que el ser, el alma humana, se inunde de la verdad. Sólo el Absoluto es el poseedor de la verdad y la luz. Buscar la verdad en lo terrenal es absurdo. La verdad transforma el ser, lo transfigura, lo transporta, lo redime, lo eleva.

Juan 8:32; Juan 14:6; Salmo 37:3; Salmo 19:9; Juan 1:14

EL MAL

Dios, que es santo, trino y soberano, creó al hombre santo, trino y libre. Y si bien Adán estaba conciente que vivía en un estado de santidad, no lo valoraba adecuadamente, como lo hace un pecador arrepentido, y obviamente no conocía el mal, aunque lo podía intuir, como un pecador sincero puede intuir la salvación. El paraíso es el éxtasis de la existencia, el paradigma y anhelo de la fe. El príncipe del mal, a través de Eva, lo invitó a pensar, a rebelarse, a evaluar otras opciones, señalándole que existía algo diferente y prometedor. Vivir todo el día bajo la absoluta y perfecta luz no era el único camino. Y entonces Adán deseó experimentar y saber, mediante la desobediencia, como era la antípoda del huerto del edén, ese otro reino. El que adoraba libremente a Dios ahora ingresaba libremente al reino de la oscuridad, quedando expulsado de la comunión con Dios. De una naturaleza santa pasó a una naturaleza pecaminosa, que se nos traspasó. El corazón del hombre que no es gobernado por Dios es de naturaleza pecaminosa y queda atrapado por el mal. Si bien Adán era un alma limpia, también era un ser con un libre albedrío, que lo utilizó para paladear el pecado, que no conocía. Este es el origen del mal, esta es ahora la nueva naturaleza, pecaminosa y corrupta, del hombre, de un hombre que necesita restauración. Nacemos con una naturaleza humana caída. El hombre, utilizando ese mismo libre albedrío, puede regresar al edén, mediante la redención de Jesucristo. La voluntad, que reside en el alma es quien toma la decisión trascendente y final. El alma es la esencia del ser, su realidad última y primera.

Génesis 3:6; Romanos 3:23; Juan 3:19; Juan 3:7; 2 Corintios 5:17.

LA INTUICIÓN

La intuición falla, mas esta ahí, como un componente el ser. Si la intuición se equivoca y no es totalmente confiable entonces su misión sólo es abrir puertas, indicarle al ser el largo camino a la verdad. El racionalista devoto rechaza a la intuición como una ruta válida hacia la verdad, porque llama supersticioso al que intuye que existe una divinidad, un ser superior. No hay que idolatrar a la intuición ni desatenderla. La intuición es una fracción del espíritu humano y aparece de repente, como una oportunidad. El hombre salvado que ora con fe desarrolla con éxito su intuición porque posee un espíritu despierto y sensible, en el cual Espíritu opera con buenos frutos. Ninguna filosofía genera felicidad, sólo interrogantes geniales sin fin.

1 Corintios 2:14; Lucas 1:47; Efesios 1:17;

¿QUÉ PUEDO SABER?

Existe el conocimiento trascendente que es revelado y que la mente humana no está en condiciones de rozarlo. El límite de lo revelado, y su moral objetiva, es el límite del conocimiento o sabiduría trascendente. El límite del conocimiento humano dependerá de la mente, la laboriosidad y la voluntad. Con estos dos conocimientos aplicados sabiamente el ser logra la plenitud integral. La fe y la razón, así como el ojo derecho y el izquierdo, caminan juntas y engomadas. El conocimiento entonces depende de la revelación, la fe, la razón, la voluntad y la laboriosidad, en sus más amplios conceptos. El alma redimida discierne y avanza, juzga y razona adecuadamente. La muerte y el más allá no son un misterio ya, son una realidad concreta. El Creador se siente interiormente, con fuerza, y mediante una lectura profunda de la Escritura sabemos que está ahí. Es un hecho empírico. Creo, luego existo. Todo comienza en la filosofía y termina en la teología. La filosofía es la antesala de la verdad.

2 Pedro 1:5-9; Mateo 4:4; Salmo 49:3; Proverbios 1:7; Isaías 64:6;  

EL HOMBRE

Muchas veces una obra de arte refleja el carácter y el pensamiento de su creador. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. El hombre decidió libremente divorciarse de su creador, y por eso las más horrendas miserias humanas persisten hasta hoy como evidencia de la desobediencia del ser humano. El hombre es espíritu, alma y cuerpo. El espíritu es un embajador del Espíritu, el alma decide su destino eterno y al final, el cuerpo se convierte en polvo. Fuimos paridos para adorar a Jesucristo desestimando la sensualidad, el paganismo, la mentira, el orgullo, la deshonestidad, la violencia, la desidia, la insolidaridad, el esoterismo, el escepticismo, los vicios, la ira, la vanidad, la codicia, la injusticia y otros.

Proverbios 16:25; Deuteronomio 30:15; Juan 6: 37; 1 Tesalonicenses 5:23; Marcos 8:36;


Juan 10:10 b ….. “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

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Del índice LAS SOTANAS DE SATÁN












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